Mis cuentos son cuentos deshilachados y flojos. A veces ni son cuentos, ni son historias. Son tal vez recuerdos de algunas infancias que he visto pasar. Aún no tienen estilo, ni identidad. No estoy segura si alguna vez la tendrán, pero guardo mis hilachas en la memoria para cuando aprenda a coser bien. Dejo que las letras jueguen como ellas quieran, que nazcan y se mueran, que busquen rimas imposibles, destempladas y fofas, hasta que puedan contar graciosamente que “había otra vez”.
viernes, 19 de septiembre de 2014
Un amante de la música
Dani siempre ha sido elegante y especial, primero a la manera de otros y después sólo a la manera de él. Desde pequeño fue amante de la música. Para su primera comunión pidió música clásica.La gente preguntaba. ¿Están seguros que eso es lo que él quiere?. Pues claro decía la mamá. Entonces le grabaron un cassete con las cuatro estaciones de Vivaldi y uno que otro vals de Strauss para que los pudiera disfrutar. Tal vez iba a tener su primera grabadora creo que regalada por la abuela Inés.
Mucho tiempo después cambio su gusto por la música clásica y apareció otra que parecía tocada al revés. Pum, pum, pum, gritos y pum, era lo que se oía, y todos los de al lado creían enloquecer. ¡Bajale un poquiiitooooo! le decían... pero él, como todo adolescente, los miraba descortés. Una gran cresta en la cabeza y los primeros tatuajes en la piel, fueron testigos del cambio en los gustos de la música, de ese buen y tierno hombre, que todos llamaban Daniel.
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