miércoles, 17 de junio de 2015

El arbolito de algodón (Cuento de navidad 1)

Cuando la radio empezaba a sonar los villancicos, para esos niños en particular, todo se volvía una nueva promesa de felicidad. Sólo entonces comenzaban los preparativos mágicos de cada año y se machacaban tapas de gaseosas para armar el cascabel musical.
El padre decía: ¡Iremos al monte este domingo, a buscar un gran chamizo seco para nuestro árbol de navidad! Así que juntos caminaban manga arriba detrás de la iglesia de Santa Rosa de Lima.
Los niños imaginaban de nuevo la fiesta del engrudo cálido y el algodón blanquito, las "instalaciones" de luces de colores y las brillantes bolas de vidrio... con el tradicional pollo y el tradicional diablito.
En esas bolas de vidrio, en las noches de todo diciembre, sin otra luz que la que la del árbol-chamizo, los niños se miraban siempre de nuevo, para saber qué tanto habían crecido sus sueños y su bondad. Forraban el tarro, lo llenaban de piedras y sabían que quince días después volvían a pasear.

1 comentario:

  1. Y ni hablar de las luces titilantes en las noches navideñas, todo era brillo, luz, ilusión y magia...

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