viernes, 19 de septiembre de 2014

Un amante de la música

Dani siempre ha sido elegante y especial, primero a la manera de otros y después sólo a la manera de él.
Desde pequeño fue amante de la música. Para su primera comunión pidió música clásica.
La gente preguntaba. ¿Están seguros que eso es lo que él quiere?. Pues claro decía la mamá. Entonces le grabaron un cassete con las cuatro estaciones de Vivaldi y uno que otro vals de Strauss para que los pudiera disfrutar. Tal vez iba a tener su primera grabadora creo que regalada por la abuela Inés.
Mucho tiempo después cambio su gusto por la música clásica y apareció otra que parecía tocada al revés. Pum, pum, pum, gritos y pum, era lo que se oía, y todos los de al lado creían enloquecer. ¡Bajale un poquiiitooooo! le decían... pero él, como todo adolescente, los miraba descortés. Una gran cresta en la cabeza y los primeros tatuajes en la piel, fueron testigos del cambio en los gustos de la música, de ese buen y tierno hombre, que todos llamaban Daniel.

martes, 16 de septiembre de 2014

La primera vez que Vicky cosió

Vicky quería coser un cuento para este blog de cuentos deshilachados. Entonces habló con su tía y le dijo: "me voy a poner a coser". Marta, jubilosa le contestó. ¡Qué ricooo!. Para eso se hizo este blog. Para tejer los recuerdos de las diferentes infancias que hemos vivido en cada generación. Claro que a veces contamos otros cuentos para que no se alboroten mucho los recuerdos. Espero entonces que me lo mandés. Al cabo de un rato sonó el teléfono. En la pantalla salió la foto de Vicky y ella conmocionada y alegre dijo: ¡Tía ya te lo mandé! Y he aquí el retazo de recuerdo que Vicky cosió para hoy.
Como los cuentos sueñan en convertirse en realidad
En algún momento un cuento loco que andaba suelto y jugueteando con los demás, se puso a imaginar cómo sería su vida si nunca fuera olvidado. Era muy diferente a todos porque siempre observaba a las personas y le gustaba escuchar cuando contaban los otros cuentos. Él quería ser especial.
Se acercó a un amigo suyo y le dijo: ¿Sabes que…? Yo tengo un sueño.
- ¿Un sueño?, ¿Cómo así? yo no sabía que los cuentos soñaban…
Pues sí, repuso él, yo sueño y tengo un sueño que quiero que se convierta en realidad…
- ¿Cómo es eso? pregunto el amigo
- Pues es simple. He observado un par de niñas que corren y juegan por toda la casa. A veces se ven diferentes a los demás porque conversan entre ellas y también con sus juguetes; además, en ocasiones llevan algo extraño en la cabeza, que creo que es lo que les permite hacer sus deseos realidad.
Al amigo le empezó a llamar la atención y le dijo: -Continúa por favor, que me está interesando mucho lo que dices-
- He pensado que soy un cuento muy joven pero que no quiere ser nunca olvidado; y tal vez si nos metemos en su imaginación ellas puedan contarnos durante muchos años y quien sabe, que algún día podamos ser ese cuento que se vuelve realidad.
Mmm... Comprendo lo que dices, dijo el amigo, y sabes que, me voy a arriesgar contigo y mañana cuando las niñas se acerquen a jugar, saltamos a su mundo mágico y nos comenzamos a volver parte de él.
A la mañana siguiente llegaron las niñas como era costumbre y comenzaron su largo día de juegos y en la primera oportunidad que encontraron, saltaron sin pensarlo dos veces y entraron a su mundo fantástico.
Comenzó el juego:
Yo voy a ser la mamá Vicky Y yo voy a ser la tía Diana. Vamos a tener dos hijos: el niño se llamara… Capulto, dijo Diana.
-¿Capulto? ¿Y eso que significa? Pregunto Vicky.
-No lo sé – respondió Diana- pero suena gracioso!
- Muy bien, a mí me gusta –dijo Vicky- y yo pondré a la niña Tutierra!
Con el tiempo este cuento que comenzó con amigos imaginarios se personalizó con dos muñecos que llevaron sus mismos nombres. Fueron muy queridos por las niñas y en realidad nunca fueron olvidados y... ¿saben por qué???
Porque hoy en día, Capulto y Tutierra se convirtieron en Nicolas y Salomé… exactamente un cuento de un sueño que hoy en día se hizo realidad.

Las animalcancias

Los animalcancías guardan las monedas en sus barriguitas de barro. Cuando ya no les caben más monedas doña Milinda las saca con cuidado para no dañar su apariencia de animalitos.
Cuentan que el primero en llegar a la finca fue el cerdito panzón. Después lo hizo la vaca pinchada. A ella se sumó un toro gruñón y después la tortuga enamorada.
Siempre estaban al sol, en la grama como en una granja privada. Pero los fuertes rayos del sol sus caritas les quemaba y por eso se iban poniendo feitos, feitos y ya casi nadie los miraba.
Así que un día de vacaciones, Salomé llegó desde Bogotá, para pintarle un vestidito de pepas blancas al pobre cerdito panzón. Trabajó pintando todo el día y Nico también pintó. Era muy chiquitín. Cuando se volvieron para su casa desafortunamente el cerdito se enfermó. Doña Milinda llamó a Salomé y ella juiciosamente le recetó.
Un poco después la vaca pinchada se quebró. Ay Dios... qué vamos a hacer....
Se hizo un hueco grande en sus cachos y en su cola, y hubo que llamar de urgencia a los niños para que dijeran que había que hacer con esa vaquita que se le veía el revés. De inmediato ellos contestaron: ¡tranquila que la vamos a operar! Y así fue. Cuando vinieron de Bogotá la operaron con cinta de enmascarar. La vaca se recuperó pero estaba fea, triste y desteñida. Por eso Dani y Yuly dijeron... a la vaca y al toro los tendremos que pintar. Entonces comenzaron a pintar, ya no con manchas de vaca, ni de toro sino con figuritas de trapitos de asolear. Les pintaron zapaticos, pestañitas y grandes labios de coral.
Al toro gruñón le pusieron cola de tigre, morro de cebra, patas moradas y azules y en su pecho una bola llena de rojos corazón. Quedó demasiado bonito. Los demás cerditos también dijeron: Una pinturita les pedimos por favor. Así quedó la granja de animalcancías hermosa y decorada, como para un fiestón.

lunes, 15 de septiembre de 2014

Noticias del patico llorón

El patico lloraba a chorros porque se creía bastante feo, solo y barrigón. Quizás la otra pintura al óleo se lo decía secretamente, tal vez le tenía envidia, nadie lo supo nunca... pero lo cierto es que jamás dejó de ser el patico llorón.
De la habitación donde creció, con el tiempo todo se perdió. Los juguetes, los cuadernos, los patines, los hermosos vestidos, los disfraces de tigre y conejo, todo, todo, sólo quedó el patico llorón. Pensándolo bien, también quedó el plato con el dibujo de la niña playera, el cono y el balón.
De resto todo pasó al olvido.
Pero el patico llorón jamás se perdió. La tía lo protegió. Sólo hace muy poco, quizás año y medio, ella lo regaló para que Samuel, un nuevo niño del campo, desde sus fantasías, se disfrute también al hermoso patico llorón.

Carlitos el osito mexicano

Un día, después de volar más de 10 horas en un avión desde México hasta Colombia, llegó un osito de gorra y chaleco. Era el más grande y elegante que se conocía hasta entonces.
La abuela se los había comprado a sus primeras nietas de acuerdo al tamaño de su amor. No calculó que sería un osote comparado con el cuerpo de las niñitas. A ellas, claro... no les importó. Al contrario pronto se enamoraron de su osote y lo llamaron Carlitos.
Tenía un puesto privilegiado en la habitación de las niñas gemelas, en medio de una gran repisa de madera que mandó a hacer el abuelo para alojar tanta muñeca que les regalaban a montón.
Al despertarse, las niñas veían los móviles de pollos de colores y pulpos de lana sin crochet que su tía Marta les había hecho sin saber. Pero a medida que pasaba el tiempo, Carlitos se ponía muy celoso de los demás juguetes. Sabía que era el más hermoso. Ni el payaso, ni las muñecas, ni Blanca Nieves con sus siete enanos le podían competir. Entonces la abuela lo subía a la cama de las niñas y ellas le hablaban como se le habla a los amigos en la infancia.

martes, 9 de septiembre de 2014

La dualidad del sueño

La abuela mayor, que tenía nombre de ronda infantil, contaba que a cierta edad, al sueño de las noches, le gusta partirse en dos. Ella acostumbraba dormirse muy temprano.
Quizás porque en el primer sueño podía soñar cosas donde los tiempos se tejen desde el presente inmediato, con los pasados que nunca pasan y los futuros lejanos. Sabía que las pesadillas se nutren de la fuerza implacable de los recuerdos más cercanos, pero prefería eso a no tener todos sus sueños despiertos cuando cerraba sus ojos y dormía sus sobresaltos.
Se llamaba Teresa. Era tal altiva que parecía una "condesa". Teresa la condesa, amaba los primeros sueños porque la descansaban.
Los segundos en cambio eran implacables ya que le anunciaban la pesadez de las tareas diarias.
Mezclados con el rocío del amanecer jamás los sueños segundos fueron preferidos por la abuela amada.

martes, 2 de septiembre de 2014

En el puente de los leones

Un cuento de clima frío habló de un puente mágico que había en una tierra lejana. Se trataba de un puente vigilado celosamente por cuatro leones gigantes. Cuando una pareja se acercaba, cupido, secretamente, los flechaba y los flechaba.
El rumor corrió por todo el pueblo, hasta que un día, los padres de familia, aterrorizados, prohibieron el paso de sus hijos por aquel puente hermoso, extraño y seductor. En especial, estaba prohibido para todos los colegiales.
La bella calle empedrada se volvió desolada, según creían los adultos. Sólo los que ya no amaban la podían transitar.
La razón, es que las parejas flechadas quedaban destinadas a amarse para siempre, como si vivieran en el mejor cuento de hadas. Pero los amantes, tercos como son, se fugaban a probar suerte en el puente más famoso de ese pueblo de clima frío y corazones ardientes.