Mis cuentos son cuentos deshilachados y flojos. A veces ni son cuentos, ni son historias. Son tal vez recuerdos de algunas infancias que he visto pasar. Aún no tienen estilo, ni identidad. No estoy segura si alguna vez la tendrán, pero guardo mis hilachas en la memoria para cuando aprenda a coser bien. Dejo que las letras jueguen como ellas quieran, que nazcan y se mueran, que busquen rimas imposibles, destempladas y fofas, hasta que puedan contar graciosamente que “había otra vez”.
martes, 2 de septiembre de 2014
En el puente de los leones
Un cuento de clima frío habló de un puente mágico que había en una tierra lejana. Se trataba de un puente vigilado celosamente por cuatro leones gigantes. Cuando una pareja se acercaba, cupido, secretamente, los flechaba y los flechaba.
El rumor corrió por todo el pueblo, hasta que un día, los padres de familia, aterrorizados, prohibieron el paso de sus hijos por aquel puente hermoso, extraño y seductor. En especial, estaba prohibido para todos los colegiales.
La bella calle empedrada se volvió desolada, según creían los adultos. Sólo los que ya no amaban la podían transitar.La razón, es que las parejas flechadas quedaban destinadas a amarse para siempre, como si vivieran en el mejor cuento de hadas.
Pero los amantes, tercos como son, se fugaban a probar suerte en el puente más famoso de ese pueblo de clima frío y corazones ardientes.
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